domingo, 1 de enero de 2012

Fin de año

Ale precisa

Ayer, último día del año, sentía algunas emociones más exacerbadas de lo normal.

Y en general los últimos días del año fueron así.

Todo por ese concepto de: último día del año, ciclo que cierra y que marca un espacio para dejar varias cosas atrás.

Hay un poco de preocupación y desgaste en esto de salir de la rutina o de la ósmosis. Y mientras hacía actividades de todos los días, ­-caminaba, almorzaba-, me cuestionaba por los 12 meses venideros (y los pasados). Y no, como de costumbre, por las próximas (o últimas) 12 horas (a lo más).

Este sentido de mayor apropiación, responsabilidad y planificación del futuro en época de fin de año me puso en una “tensión creativa” que me abstraía un poco de lo que estaba haciendo en el momento.

Como si el plazo se acabara a las 12 de la noche del 31 de diciembre, me sentía apresurada a tomar nuevas decisiones y actitudes.

Este 1 de enero fue raro porque amanecí como con una resaca (no literal) de una noche distinta, fuera de lo común, donde pareciera que muchas cosas estuviera en juego.

Aunque en realidad los procesos de la vida nada tienen que ver con el calendario, que es solo una convención más.

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